miércoles, 13 de julio de 2011

Leo, luego escribo (Cuento de Jorge Luis Rojas Domínguez


Leo, luego escribo

¡Oh, quién podrá ayudarme!

Jorge Luis Rojas Domínguez

Estudiante del 5TO Año "C"

I. E. Federico Villarreal

Érase una vez una pequeña hormiga llamada Pánfila, ella sentía una profunda tristeza por estar irremediablemente perdida en una inmensa vegetación. Minuto a minuto vivía momentos de gran desesperación, a su mente asomaban terribles pensamientos e ideas nada optimistas.

Ella creía que en cualquier momento iba a ser presa de su más temible depredador, el oso hormiguero, como se lo había contado su mamá hormiga; por esta razón, Pánfila caminaba con suma precaución, llegando a sentirse incluso como una entidad fantasmal.

Tras andar y andar, la diminuta hormiga llegó hasta un lago que, por supuesto, para ella era como el vasto mar. Para continuar con su camino, Pánfila, debe de cruzar al otro extremo de dicho lago, no obstante, eso se convertía en un hecho inalcanzable para su nada flotante contextura.

Al quedarse sin recursos, la hormiga no tuvo mejor idea que pedir ayuda.

- ¡Ayuda, ayuda!

Nadie acudió.

- ¡Auxilio! ¡Auxilio! ¿Quién me podrá ayudar? – insistió la hormiga con voz quebrada y gran desesperación.

Esta vez la ayuda llegó. La hormiga observó que desde las profundidades del lago salía hacia la orilla un enorme hipopótamo que le respondió:

- ¡Yó, el hipopótamo mojado!, ¿qué puedo hacer por ti?, querida y pequeña hormiga amiga

A lo que Pánfila contestó con una breve historia.

- Hola, mi nombre es Pánfila, estoy perdida, he caminado por varias horas y quisiera refugiarme al otro lado del lago, creo que allí está mi hogar, aquí puedo ser capturada por un enemigo terrible y despiadado, necesito tanto descansar, por todo eso, es urgente cruzar al otro extremo del lago, sin embargo, no puedo hacerlo por mi propia cuenta.

El hipopótamo al escuchar la historia de Pánfila se conmovió y le dijo:

- No te preocupes querida hormiguita, yo te ayudaré a cruzar, sube a mi lomo que nadaré igual de rápido que un delfín, pero eso sí, nada de hacerme cosquillas que soy muy sensible y podré controlar mis movimientos.

La hormiga, aceptando la condición del hipopótamo, subió hasta su lomo y se sujetó lo más fuerte que pudo.

- ¿Lista, querida hormiga? – preguntó el hipopótamo.

- Sí, señor, estoy lista, respondió ella.

- Entonces sujétate bien que ahí vamos – añadió el mamífero.

De este modo, el hipopótamo llegaba al otro lado del lago con una hormiga encima de su lomo, y como lo había prometido, nadó casi igual que un delfín. Mientras se aproximaba al otro extremo del lago, la hormiga pudo divisar a su colonia, todos la estaban buscando desesperadamente. Al divisar esto, el estado emocional de Pánfila cambió radicalmente, su felicidad fue incontrolable. Tanto fue su contento que se puso a bailar y a brincar encima del lomo del hipopótamo, la sensibilidad del mamífero le hizo perder el control, con un solo movimiento brusco hizo volar por los aires a la pobre hormiga, luego ella cayó al agua y se ahogó en el acto.

Mientras tanto el hipopótamo, apenado por lo sucedido, ya no parecía un feliz delfín en el agua, sino una triste ostra marina, así se sumergió a las profundidades del lago para siempre.

sábado, 9 de julio de 2011

LEER Y ESCRIBIR, EL BINOMIO PERFECTO (POEMAS DE 1ERO "D")





Leo, luego escribo


Estudiantes del Primer Año "D"

I. E. Federico Villarreal




Ella me dio alas...


Benjamín Zavalaga

Ella me dio alas para vivir
rompió el silencio con su ternura
me lanzó a sus brazos desde su frente
en el vacío me acercó a su alma

Ella, flor divina en la tierra
Rosa roja, rosa amor

Madre, eso eres tú
todo perfume, todo color

Mi amor para ti
será como el agua
dará vida a tu corazón


Madrecita...


Manuel Bregante
Juan carlos Yanavilca

Madrecita, te brindo
un homenaje lindo

Eres combustible
para hacer lo imposible

Lo que sale de mi corazón
te lo doy con emoción

Madrecita, hasta serías tigre
defendiéndome de lo temible


La rosa



Angelo Mamani
Ashly Mozo

Paraíso terrenal
Arcoíris sin color
Árboles sin nido
Aves sin cantar
soledad de los animales
Noches espectrales...

Un búho pone silencio
Amanece, los animales juegan
El viento vuelve a correr...


El zapato

Había un zapato, siempre salía
Un tiempo no pudo salir...
Accidente fatal
Luz roja, gritos, sangre
En realidad, no salió más...
Nunca volvió a caminar.

Un zapatito llegó al lugar
Solo había lagrimas en su cantar
Las palabras hablaban de un cielo para los zapatos
Pero le dijeron que todavía ese no era su lugar...